sábado, 5 de marzo de 2011


Tengo una leve tendencia a tropezar, no llego a caerme, pero ello me genera inseguridad. Esa tendencia se aplica a todos los ámbitos de mi vida.
Suelo moverme con la certeza de que el camino es ya conocido, pero es como una calle que transite hace ya un tiempo, y ahora posee algunos baches, es ahí cuando sucede lo inesperado, trastabillo. En ese momento bajo la mirada y comienzo a observar el camino de un modo sigiloso, perdiendo la certeza, con la inseguridad de volver a perder el paso.
Pero otras veces, el tropezar me hace escoger un nuevo rumbo, el cual ya no depende tanto de mi seguridad, sino de la dinámica con la que me mueva.
Hoy elijo un nuevo rumbo, existe la posibilidad del tropezar, pero creo tener suficientes ganas de continuar como para volver a alzar la mirada, y confiar en que la distancia con mi meta se va acortando a cada paso.